domingo, 5 de junio de 2016

23 de Abril de 2016 - Javi Arnau

Supongo que a ellas  (hermanas de la novia) también les habrá pasado. El síndrome del folio en blanco. No saber qué escribir. Borrar una frase tantas veces que le acabamos teniendo miedo, por si ya nunca más aparece otra que la sustituya. Pero, es curioso, cuando te empiezas a enfadar con tu propia inspiración es cuando ella te da la mano. Es algo mágico. Hace sólo un segundo, todo lo que ahora fluye parecía imposible.

Tan imposible como no recordar. Porque reconozcámoslo: la memoria es algo que siempre nos acompaña. A veces, como una bonita melodía. Otras, como el trueno que precede a la lluvia. Cada uno elige qué versión es la que prefiere para sus recuerdos. Pero aunque todos tengamos a una persona ausente hoy, creedme, yo prefiero quedarme con un pasado repleto de música y no con un pasado repleto de llanto. Cualquier otra opción, en este momento, sería imposible.

Insisto. Es imposible no recordar. No recordar gestos, miradas, sonrisas. Historias. Y aquí estáis Jorge, Rosa. Rodeados de gente que os quiere. Rodeados de millones de recuerdos que afloran.  

Es imposible mirarte, Rosa, y no pensar en algo muy especial: que puedo considerarte una amiga. Es imposible olvidar aquellas primeras discusiones de sobremesa que yo ya sabía que iba a perder. Esos aperitivos. Esas conversaciones. Esos consejos tan duros como acertados que siempre me diste.
En fin, por qué no decirlo, era imposible imaginar que acabarías siendo tan especial en nuestras vidas cuando sólo eras una pequeñaja con un violín lleno de sueños.
Ese violín sigue sonando. Esta vez, acompañado. Rebosantes los dos de ilusiones. Una obra maestra. Si alguien se enfrentó con dudas a la partitura, aquí tiene la respuesta: no era imposible.

En cuanto a ti, Jorge…

Os confesaré algo a todos. Este chico es tan especial que ha sido capaz de dejarme mudo. No saber qué decir, qué recordar… El síndrome del folio en blanco del que os hablaba, apareciendo ante los ojos asustados de alguien que se gana la vida escribiendo. Es así y no me importa admitirlo. Lo nunca visto. Lo imposible. Pero al final los sentimientos que emergen del cariño le ganan siempre la batalla a los que van de la mano de la rutina.

Y por eso, encuentro un hueco para los recuerdos. Imposible olvidar a ese niño travieso al que un día tuve que encerrar con llave en un armario. Imposible olvidar esos viajes, modestos al principio, pero que con el tiempo se han convertido en algo que nos distingue. Imposible olvidar esos domingos de mayo, tan mágicos, que tanto nos unieron. Imposible olvidar esas comidas de primos con guitarra y calçot, esos domingos familiares de verano con mucho vino y poco silencio. Imposible olvidar tantas cosas…

¿Sabes qué? Estoy feliz. Por ti, por Rosa, por todos los que estáis aquí. Papis, hoy también es vuestro día. Bailad, cantad, emocionaos… Os lo merecéis. Y si acecha un mal pensamiento, recordad: sólo hay un arma más poderosa que una sonrisa… otra sonrisa.

Y ese último consejo vale para todos. Sobre todo para vosotros dos. No perdáis nunca esa alegría que nos contagia ni esa locura que nos fascina. Os hace únicos.

Jorge, Rosa: sed muy felices.




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