miércoles, 29 de mayo de 2013

Azotes


  • Pégame.
  • ¿Qué?
  • ¡Que me pegues en el culo!
  • ¡Joder pégame!
  • Plas...
  • jajaja
  • ¿Qué pasa?
  • ¿Eso es una palmada en el culo?
  • ¿Cómo voy a pegarte?
  • ¡Pues pegándome!
  • Te voy a hacer daño...
  • Cuando estás cachonda el dolor es relativo.
  • Yo paso.
  • ¿Por qué? A todos los tíos les gusta dar azotes en el culo.
  • ¿ A qué tíos conoces tú?
  • Bueno, a todos no lo sé, pero lo supongo.
  • Supones demasiado.
  • Puede ser, pero a ti no te cuesta nada y a mi me excita mucho.
  • Sí que me cuesta, no quiero pegarte.
  • Pero si no es pegarme, es darme placer.
  • ¿Cómo va a darte placer un azote en el culo? Lo que va a pasar es que se te va a quedar más rojo que un tomate.
  • Bah, eso se va en un rato.
  • Mira que eres retorcida...
  • Bueno, no nos pongamos a hablar porque si empiezo a enumerar tus “pequeñas manías” en la cama no terminaríamos nunca.
  • ¡Yo no tengo manías!
  • ¿Ah no? !Pues bien que me haces lavar las manos antes de hacerte una paja! Pregunta a ver a qué tío le importa si su novia se ha enjuagado o no.
  • Soy un tío limpio.
  • Eres un poco idiota.
  • ¿Ya empiezas?
  • Has empezado tu, yo solo quería que me pegaras una palmada en el culo, correrme a gusto e irme a dormir tranquila. Pero ya ves, ninguna de las tres cosas me ha concedido el genio. Tiempo de crisis.
  • Que agria eres.
  • Y tú que poco empático.
  • Yo no quiero pegarte.
  • Ais, vale pues, ya se me han pasado las ganas, la verdad, mejor lo dejamos para otro día que ya me he hecho a la idea de que hoy me duermo sin orgasmo.
  • ¿Y yo?
  • ¿¿Tu?? Si ya sabía yo que el egoísmo ni viviendo juntos se te iba a quitar...
  • ¡No soy egoísta! Quiero hacer el amor como las parejas normales, como en las películas.
  • ¡En las películas no follan! Acaso te crees que las chicas se corren solo con cuatro mete-saca?
  • Eres demasiado complicada, con una más modosita me hubiera ido mejor.
  • Eso no te lo crees ni tu. Y lo sabes.
  • Bueno ya, se te da muy bien, es verdad, pero me pides unas cosas....
  • He dicho que vamos a dejar lo de los azotes, ya lo retomaremos....
  • Insaciable... buenas noches.
  • Buenas noches cariño.
  • Te quiero.
 


viernes, 24 de mayo de 2013

27

Hoy cumplo 27.

Mientras Los planetas estarán tocando su cumpleaños total de hace 15 años yo lo celebraré.

Mientras entonaban su segundo premio yo empezaba el instituto y sobrevivía como podía al estrés de llevar conjuntamente la formación escolar y musical.

Los años de instituto no son fáciles. Los del colegio tampoco. Ahora lo vivo muy de cerca pero de manera externa. Ser maestra te devuelve a tus días de colegio, a los conflictos eternos entre compañeros de clase y a la preocupación desmesurada por conseguir unas notas que, a día de hoy, te das cuenta que no eran tan importantes.

El tiempo todo lo relativiza. Le quita peso.

Hubo momentos duros. Mientras iba al colegio mi padre era maestro en el colegio. Cuando pasé al instituto mi padre pasó a ser director del instituto y quieras que no, ser la hija del maestro, del profesor y del director de tu centro marca. Y mucho.

A mi padre le llamaban el sapo. Lo odiaba, lo reconozco. Desde pequeña lo admiraba y no entendía como a una persona tan buena como mi padre le podían tener manía y decirle cosas así.

Yo era la sapita. Durante muchos años tenía vergüenza de encontrarme con los mayores, de que me dijeran cosas, que me repitieran una y otra vez que era una enchufada y que se metieran conmigo.

Pese a todo, tengo muchos recuerdos buenos de la época escolar y guardo algunas amistades que, aunque no sean intensas, sé que siempre estarán ahí.

Me encantaba leer, devoraba libros. Aún guardo una libreta en la que apuntaba todos los títulos de los libros que iba leyendo por años y les ponía nota.

Muchos de esos libros siguen en las bibliotecas de los centros. Me ha venido genial. He creado un concurso literario en clase en el que, desde que lo llevamos a cabo los niños leen una media de dos libros por semana con la dificultad de saber que, la maestra se los ha leído todos y., o se los leen bien y se fijan en los detalles o enseguida les pillo y tienen que volver a releer.

Llevo gafas por leer. No me dejaban hacerlo hasta muy tarde así que, cogía una linterna y me ponía a leer debajo de las sábanas. Nunca lo hagáis. En medio año gafas.

Le dedicaba muchas horas a la música, y cree un mundo paralelo al escolar. El musical. En el que la gente se parecía mucho más a mi, mi padre no estaba presente en el centro (aunque al pobre le tocaba esperarse horas y horas a que terminara las clases) y me absorbía todas las horas que tenía de descanso y no estaba leyendo.

Con 27 años ya se tiene perspectiva de la infancia. Muchos líderes han pasado a ser insignificantes, gente que no destacaba ha sabido llevar las riendas de su vida y ahora triunfa y muchas de las cosas que pensé en su día que no podría vivir sin ellas o que me iban a arruinar o a cambiar la vida fueron simple anécdotas del pasado que me han hecho convertirme en alguien más fuerte, más realista, más madura y más empática.

Ahora con 27 veo todos los estereotipos en todas las clases de niños de todos los colegios que he estado.

Ahora con 27 espero que años después, con 54, pueda ver las tonterías que me pasan ahora relativizadas, insignificantes y constructivas.

Qué sabia es la experiencia.







martes, 14 de mayo de 2013

730 días sin Pedro San Martín


Hola amor, ¿Cómo te va? Espero que estés disfrutando de no tener que ir a trabajar, de la ausencia de madrugones y la despreocupación de la crisis.


A mí no me dieron la comisión y este año he vuelto a mi plaza en un colegio de Burriana. Estoy muy contenta de ser tutora de tercero de primaria. He congeniado muy bien con las compañeras (pocos chicos hay) aunque, he tenido mala suerte, con esto de los recortes me han suprimido la plaza y me tocará volver a cambiar.

Ya te contaré el año que viene.


Me he independizado. Nuevo cole, nueva casa y nuevo pueblo. Te recuerdo contando las ventajas y desventajas de vivir solo. Todo verdad. Más responsabilidades,más gasto, más libertad y ¡más cenas!

Te encantaría mi estantería con tus cds, libros, vinilos... mezclados con los míos y los de mi padre.

Pero sobretodo, alucinarías con el vestidor que me he montado y la kingsize que me aguanta por las noches.


Me operaron. Me quitaron la vesícula. Mi osteópata dice que es la consecuencia de somatizar el dolor de vuestra ausencia.

Los médicos no se explican cómo podía tener el órgano tan hecho polvo.

Ahora ya no está. Como tú.


Si la vida puede cambiar en un segundo y pasar a ser muerte, imagínate durante estos 365 días que no te he escrito.


Mi madre está mejor, poco a poco se asimilan las cosas y, aunque nunca se olvidan, se aprende a convivir con ello y a afrontar el tiempo que queda de la manera más feliz, enriquecedora y productiva posible.

Espero que quedes con mi padre ahí arriba. Él te apreciaba mucho. Cuando nos toque subir a nosotros nos montaremos una buena fiesta.


He conocido a alguien. Bueno, realmente, ya le conocía. Desde los 8 años cuando empezamos el conservatorio de violín nuestras vida han ido bastante paralelas.


Ahora se han desviado y se han convertido en secantes y se han unido en un punto, un punto que, como bien dice tu gran admirado Houellebecq, aunque sea del mismo territorio, el mapa siempre será cambiante.


Es un encanto. Músico, mago y maestro. Tres bonitas emes que se resumen en la palabra “artista”. Amante del vino y la cocina, deportista y con oído absoluto. La verdad es que tenéis muchas más cosas y gustos en común de las que yo pensaba cuando empecé a seguirte los pasos y a descubrirle la comida japonesa, la musica indie, las tarjetas de puntos los chollos... el saber general que tu me enseñaste a mí.

Porque tu me enseñaste tanto...


Sigo visitando a tus padres, están mayores, pero se alegran mucho al verme. Me encanta la foto que tienen nuestra en el salón. Siempre sonriendo.


Donosti sigue igual de bonita.


Borja sigue en China, aún no he podido ir a visitarle.

Toda la cuadrilla está espléndida. ¡Hay un montón de nuevas personitas! Te hubiese encantado este ir y venir de cochecitos entre copas, txuletones y pintxos. Porque eso sí. Seguimos pegándonos los mismo homenajes de siempre que tú bien conoces.


Y por lo demás todo bien, sigo viajando, yendo a conciertos, festivales, cenas, excursiones, sigo conociendo a gente interesante, extraordinaria, y al mismo tiempo veo que al menos yo, estoy siguiendo el camino que empezamos juntos.

Los 26 han sido buenos, costó remontar al principio pero ya sabes que yo lo que me propongo lo consigo y que a optimismo y fuerza de voluntad no me gana nadie.


A ver que nos deparan los 27, ya te contaré, porque hay tantas cosas que le pasan a Rosa Martí que seguro que seguirá habiendo blog para rato.

 

Siempre te querré Pedrito.
 
 
 








martes, 7 de mayo de 2013

Finales


Cogí la chaqueta del colgador. No me fijé mucho en si era la mía. Tampoco me importaba. Ya tenía cinco años y la ropa, como todo en esta vida, tiene fecha de caducidad.


Hacía frío en la calle. Aquí llueve poco, pero cuando lo hace, la vida se paraliza de puertas hacía fuera y se incrementa la tasa de natalidad.
 
No me gusta llevar gafas cuando llueve, se empañan, se mojan y nunca encuentras un pañuelo a mano para secarlas.
 
Entré a casa. Había pensado unirme a los del incremento. No hay mejor momento para hacer el amor que un día lluvioso, gris, frío y tú en tu casa, con calor, mantita, velitas y unas copas de vino.


Me extrañó que estuviera la luz apagada, puede que de la tormenta hubiera saltado el automático pero así y todo él no podía estar a oscuras.
 
Vivo en una casa grande. Hay que recorrer un largo pasillo para llegar al salón. Dí la luz. Se encendió. ¿Qué mosca le había picado a este?
 
  • ¿Cariño? ¿Hola?
  •  
Nadie respondió. El salón estaba vacío.


No me explicaba a qué estaba jugando. Sé que no somos la pareja más comunicativa ni tampoco nos queremos con locura como dos adolescentes descontrolados pero, llegas a una edad en la que la estabilidad y la rutina lo impregna todo y follar en los días de lluvia es lo único que te queda.
 
  • ¿Dónde coño estas?
  •  
La verdad es que nunca le había echado en falta, más bien al contrario. Prefería que se fuera con sus amigos a jugar al ajedrez “deporte” que le encantaba y al que yo nunca podré encontrarle la gracia, y que me dejara el sábado tranquila en casa leyendo, viendo una película o simplemente arreglándome las uñas.
 
Pero estaba preocupada. Llovía a cántaros, hacía frío, era nuestro día sagrado de placer y no daba señales de vida.


Sabía cuidarse solito, eso lo tenía claro. Pero a veces se le iba la pinza. No solía hacer cosas extrañas pero las discusiones le desconcertaban y, después de la que habíamos tenido hacía unas horas, hasta yo había estado a punto de equivocarme de chaqueta en aquel bar.


No solemos levantarnos la voz. Ya os digo que la monotonía y la estabilidad serían los mejores adjetivos para definir nuestras vidas pero, cuando lo hacemos, es mejor que las distancias y nuestras aficiones individuales tomen parte en conseguir de nuevo la quietud.


Son las tres de la madrugada. Tengo mucho sueño. No coge el móvil. No responde a mis whatsapp. No se conecta desde esta mañana.
 
Me tomo un té muy cargado. Sabe a rayos. Siempre se me olvida echarle azúcar.
 
Las cuatro. Me voy a dormir. Ya vendrá. Más no puedo hacer. Estoy harta de sus rutinas y sus reuniones de trabajo.
 
Me despierto. Por la ventana medio cerrada entran los rayos del sol. Debo haber dormido más de la cuenta. Menos mal que trabajo en casa.
 
No está. Sigue sin aparecer.


¿Debería llamar a la policía? ¿espero un rato más? ¿llamo a su madre? Esto último no. Es muy pesada. Yo creo que no me traga porque está enamorada de su hijo y él se casó conmigo.


No tengo ni idea de qué hacer.
 
Se me ocurre bajar al sótano. Él suele guardar sus coleccionables (otra afición rara de las suyas) en un pequeño estudio que montó cuando nos venimos a vivir a esta casa. Su espacio decía. Igual me ha dejado algo escrito.
 
No hizo falta ni encender la luz. El claroscuro que formaba la luz de las rendijas de las ventanas me hicieron ver la horrible escena de mi marido tumbado desnudo encima de una mulata. Inertes.


Me entró una arcada mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.


Subí corriendo y llamé a la policía.


                                                                            …
 
 

Ni la ropa, ni las relaciones, ni la vida son para siempre. Todo tiene un fin. Elegido o imprevisto.

Podemos ser amantes del ajedrez, follar como descosidos o pasarnos horas delante del ordenador. Llegará un día en el que todo dejará de existir para nosotros. Nada de lo que has hecho, pensado o amado se irá contigo.

Simplemente tener eso en cuenta para cuando nos fallen, nos hagan daño, nos decepcionen o desaparezcan las personas que nos importan.



Nosotros también vamos a desaparecer. Disfrutemos.