miércoles, 18 de septiembre de 2013

El recital de violín


Las notas penetraban en mis oídos como espadas afiladas.


Volver a oírle tocar el violín estaba siendo más duro de lo esperado.


Los agudos chirriaban en mi cerebro y no me dejaban pensar.


Después de tres años volvía a verle en el escenario.


Era tan guapo...


Sus dedos se movían seguros por el batidor. Recorrían las cuatro cuerdas de arriba a abajo con decisión, firmes y potentes.


Estaba al final de la sala, todos estaban en silencio. El recital estaba siendo un éxito.


No quería que me viera. Lo nuestro había terminado hacía mucho tiempo, pero algo dentro de mi me impulsaba a ir a felicitarle por su inminente graduación.


Me había hecho mucho daño. Nadie se merece ser engañado. Pero ya se sabe, nuestra mente cae y recae una y mil veces siempre en la misma piedra.


No había sido casualidad, había visto en el folleto de la programación cultural su actuación y me había organizado para verle.


Con la de cosas que tengo pendientes...


Pero allí estaba yo. De pie, embobada detrás de todas las cabecitas y manos que aplaudían y asentían ante la buena interpretación del violinista.


Fueron muchos años compartiendo escenario. Muchas horas de ensayo, muchas frustraciones, alegrías, pasajes imposibles, viajes de autobús interminables, nervios, nuevas experiencias, nuevas amistades y montones de partituras interpretadas.


Desistí. Requería demasiadas horas de mi vida. Horas que a él no le hicieron falta e igualmente lo consiguió.


Tenía un don. Los dones se tienen o no se tienen. Es simple. El siempre lo tuvo. Yo jamás.


Tampoco me arrepiento. No me ha ido mal. Incluso sé que mi vida siempre será más fácil y cómoda que la suya. Ser músico profesional no es fácil y con la carrera terminada ahora vendría lo más complicado. Que te paguen por transmitir melodías.

Le deseo lo mejor.


La gente se puso de pie. El recital había terminado.


En ese momento sentí una sensación de vacío inmensa. El ruido de los aplausos retumbaba por la sala, algunas personas ya abandonaban sus asientos y en cambio yo, me había quedado quieta, paralizada, absorta en mis pensamientos sobre el pasado. Mirándole a él. Mirándola a ella.


No aplaudí ni una vez.
 

Al escenario había subido una chica morena muy guapa con un ramo de rosas rojas inmenso.

Eran sus flores preferidas.


Se dieron un largo beso delante de todos.
  • ¡No puede ser! ¿Desde cuando sale con otra?


Lo había dicho en voz alta sin darme cuenta. Menos mal que con el barullo de la gente pocos me oyeron.


Se me caían las lágrimas mirándoles. Aún estaba allí, plantada, al final de la sala viendo como todo mi aferro al pasado se esfumaba.


Se me acercó un hombre, me miró, miró al escenario y me dijo:
 
  • Pasase lo que pasase entre tú y ese violinista, todo es pasado. Todo empieza y termina. Hay cosas, sentimientos o acciones que duran toda una vida. Otras instantes. No vivas del pasado. Crea tu futuro. Solo tú puedes hacerte ser feliz.
Y se fue. No lo había visto nunca. Me dejo mucho más desconcertada de lo que estaba. Me sequé las lágrimas y miré por última vez al escenario.


Estaba vacío.


Los recitales no duran toda la eternidad.


Las personas tampoco.


Es lo que hay.


Suerte.


martes, 3 de septiembre de 2013

Especial


Volver a empezar a veces es complicado. Cualquier cosa desconocida nos da miedo. Seguramente es más lo que pensamos que lo que acaba siendo.


Si no cambiamos no avanzamos. Hay que arriesgar. La podemos cagar, pero de los errores se aprende.


El miedo se transmite. Nada sale mejor con miedo. Hay que ser valiente. Sacar pecho. Levantar barbilla y al ruedo. Creer en lo que se hace en la mejor receta para el éxito.


Septiembre siempre es un mes de cambios y novedades para los maestros.


Amistades que duran tres trimestres, niños que crecen, padres que agradecen desprenderse de ellos por unas horas, nuevas inquietudes, proyectos, objetivos y mucha, mucha expectación.


Esos locos bajitos que van a pasar contigo más horas que con sus familiares, que van a idolatrarte, a sacarte de quicio, a dejarte afónica, a hacerte reír, disfrutar y al mismo tiempo agotarte.


Trabajaré en una escuela de educación especial. Maestra de música. Todo nuevo. Totalmente diferente a un colegio ordinario.


Si algo he respirado en estos días que llevamos de septiembre es que el cariño, respeto, ganas de trabajar y de pasarlo bien se transmite.


Con silla de ruedas, en camitas, sin movimiento, en un mundo paralelo, en la ilusión de una realidad diferente, la vida avanza.
 

Espero hacerles felices, hacerles sonreír, que simplemente con los ojos transmitan, disfruten y sobretodo, que en este nuevo reto, tanto para ellos que nunca han tenido maestra de música y para mí que nunca he ejercido de ello, simplemente las vibraciones nos hagan ser mejores cada día.


Espero también que me dejen el culo y las tetas tranquilas, que los ojos de cristal no se tiren al suelo y que a ninguno se le vaya la pinza y arremeta su fuerza bruta contra mi.


Sobre la marcha.


Porque todo este curso, tiene pinta de que será, simplemente especial.


 
 


viernes, 5 de julio de 2013

Errores - Personas


  • Hola.
  • ¡Hola! ¡Cuánto tiempo! Pensaba que te habías cansado de mi.
  • ¡Que va! Ojalá todo fuera como hace unos meses, me ayudaste mucho.
  • Me gustaba hablar contigo. ¿Por qué desapareciste de repente?
  • No te vas a creer lo que te voy a contar pero creo que después de todo lo que te has preocupado por mi, tus consejos, tus conversaciones y tu interés te mereces una explicación.
  • Si has conocido a alguien lo entiendo.
  • No, no, no tiene nada que ver con eso.
  • ¿Entonces?
  • Soy padre.
  • ¿¿Qué??
  • Lo que oyes. Me enteré hace tres días que tengo una hija de dos años.
  • Pero... ¡eso es imposible!
  • Eso pensaba yo. Pero la niña es clavadita a mi.
  • Pero... ¿cómo?... ¡cuéntame desde el principio!

Cuando empezó a contarme la historia me parecía todo tan surrealista que pensaba que me estaba gastando una broma.

No me conoces en persona, pero te he hablado mucho de mi. Sabes que me gustan las mujeres, que no tengo mucho tiempo para disfrutar de ellas y que me cuesta poco ligar.

Hace dos años empecé a trabajar para una de las empresas financieras más importantes de Barcelona. Tenía 22 años y creía (y ya sabes que sigo creyéndolo) que iba a comerme el mundo.

Ya te dije que pasaba de prostitutas, muchos de mis compañeros tienen hasta días fijos para desahogarse y pegar polvos pero yo, con mi edad y mi carácter, prefiero seducir a mi presa para que me proporcione una noche de placer.
Salí con unos amigos de la pandilla de siempre, me apetecía aparentar una vida normal de vaqueros, camiseta y zapatillas de un chico de mi edad.

Ligué con una chica menuda, rubita, y delgada que me follé en los baños de la discoteca.

No nos dimos los teléfonos, simplemente nos dijimos los nombres y un poco de nosotros y a la mañana siguiente ya ni me acordaba de ella.

Llámame superficial. Pero así fue.
Nunca más supe nada de ella hasta hace tres días.
 
 

Llamaron a la puerta de casa de mis padres. Miré por el ojo de pez. Era una chica con una niña pequeña en brazos. Abrí pensando que sería alguna vecina pesada pidiendo sal.
Me saludó con mi nombre.
  • ¿No te acuerdas de mi?

Le dije que no.
  • Tengo algo muy importante que contarte. Esta es tu hija Sara.
De piedra, blanco, y atónito me quedé al oír sus palabras. Pensé que era una broma de mal gusto pero la vi tan segura, seria y decidida a entrar que sin saber qué responder le dije que pasara.
Mis padres estaban en el salón leyendo.

La chica se sentó y empezó a hablar y contar su historia. La niña, nos miraba como si no fuera con ella.
 
 
 

Conocí a vuestro hijo una noche hace dos años. Estuvimos saliendo una temporada (me alegré que al menos la chica no les contara a mis padres que me la follé en los baños sucios de una discoteca)

y de repente desapareció.

No era nada serio así que tampoco lo pasé muy mal por dejar de quedar con él, pero a los meses empecé a sentirme mal, a tener vómitos, mareos y dejar de bajarme la menstruación.

Mi madre se asustó y me hizo hacerme un test de maternidad.


POSITIVO.


Me volví loca, mis padres me castigaron sin salir durante todo el embarazo y me obligaron a tenerlo. Son creyentes y no aceptaban el aborto como una opción.
Y aquí está el resultado. Sara. Dos años recién cumplidos. Una niña muy lista que tiene ganas de conocer a su papá.
Estaba totalmente desconcertado. Mis padres no generaron palabra alguna. Todo esto nos superaba. Yo acababa de llegar de Nueva York, había estado allí casi dos años terminando un máster en la universidad de Columbia y lo que menos me esperaba era ser papá.
  • No te lo he dicho antes porque no te podía localizar, solo sabía tu nombre y un poco por encima tu trabajo. Sin facebook, sin redes sociales... ¡no sabía como contactar contigo! Finalmente gracias a las páginas amarillas recordando un día por casualidad el barrio dónde me dijiste que vivías dí con el apellido de tu padre y preguntando pude encontrarte.
  • Quiero una prueba de paternidad.
  • Claro, sabía que me lo pedirías, pero no vendría aquí así, sin estar segura de que eres su padre.

La semana que viene tengo las analíticas pero la niña era igual que yo.



  • Bufff que fuerte, ¿y que dijeron tus padres?
  • No sabían que decir, ahora que han pasado unos días están encantados. Los dos prejubilados ya tienen distracción.
  • Pero ¡es una locura! ¿No te pusiste condón?
  • Pues... no me acuerdo, normalmente lo uso pero yo que sé, no sería la primera vez que la marcha atrás me sirve como anticonceptivo.
  • Estás loco...
  • No me machaques más. Me acabo de enterar que tengo descendencia. Una niña de dos años que me mira como si nada y que a partir de ahora va a ser mi hija y no tengo ni idea de como reaccionar. No me gustan los niños.
  • Esperemos a las analíticas. No quiero perder el contacto contigo. Esto lo cambia todo pero aún así me importas y quiero que me vayas contando como van sucediendo las cosas.
  • Muchas gracias, aun estoy en estado de shock. La semana que viene sabré los resultados. Ya te contaré.
  • Vale, tu tranquilizate, hasta que no lo sepas seguro no hay nada cierto. Entro a clase.
  • Muchas gracias por escucharme.
  • A ti por contármelo.


                        …...

Resultado del test de paternidad: POSITIVO.





 

miércoles, 26 de junio de 2013

Personas - Errores


La vida puede cambiarte en un instante.


Me encanta conocer a las personas. Y no digo por conocer tener una amistad para toda la vida. Digo conocer a escuchar los relatos de sus vidas, a comprender sus problemas, a celebrar sus logros, a aprender de sus vivencias... a eso le digo conocer a alguien.
A finales del año pasado, por casualidad, como todo lo que suele ocurrir en esta vida, conocí a un chico.
Moreno, guapo, fuerte, y con una conversación que me dejó eclipsada.
No acostumbro a asombrarme por nadie, y menos por un chico de 24 años. Pero tenia algo especial. Algo que me intrigaba más allá de su historia y de su vida ya de por sí fascinante.

Nos vinimos bien. Creo que también le gustó mi aportación a la conversación y eso se notó con la dedicación de horas personales a darle al teléfono y a la comunicación escrita instantánea.

Me gustaba. Me gustaba desde el primer día que hablamos.

Solo le había visto en foto y la verdad, físicamente me atraía.

Tenía ganas de conocerle. Yo soy así. Tengo ganas y lo hago. Sin pensar demasiado.

A Barcelona. Un ratito de Euromed.
Financiero, a tope de trabajo. Imposible tenerlo 24 horas para mí.
¿Se puede vivir la veintena con un trabajo que no te permite ni pasar un fin de semana con una chica?
Para conseguir el éxito hay que sacrificarlo todo, me decía.


¿TODO?


Nunca le conocí. Sigo en contacto con él, me gusta saber de su vida y sus logros pese a no haberle tocado nunca pero los errores se pagan caros.

Sé que se arrepiente de no haber quedado conmigo.
Cada situación y cada vivencia tiene su momento y su lugar.

Desapareció del mapa por algún tiempo. De repente, un día, me llamó y me saludó como si solo hiciera unas horas que no hablábamos.

La increíble historia que me contó era suficiente para perdonarle su ausencia.

La vida puede cambiarte en un instante.

Hay errores que nos acompañarán siempre.
 
 
 
 

miércoles, 12 de junio de 2013

Enfermedades. Dos años sin papá.


El otro día una amiga me dijo que tenía que contarme algo. Estaba enferma. Hacía un mes que le habían empezado a hacer pruebas.


Se desplomó en el trabajo. Dejó de sentir las piernas y los pies y cayó.

Brote de esclerosis. Enfermedad incurable. Degenerativa.

Una semana de 5 horas de gotero por día.

Lo que puede llegar a hincharse aún no lo sabe. Si conseguirán ralentizarle la enfermedad tampoco.


Ella me lo contaba tranquila, todo el año machacándose en el gimnasio y en la piscina y ahora la iban a cebar a cortisona. ¡Qué putada!


Hoy hace dos años de la muerte de mi padre. Morir cuando aún te quedan tantas cosas por hacer y tanto cariño por dar debería estar prohibido. Pero no lo está.


Tenemos a nuestro alrededor muchas personas a las que valoramos, queremos y apreciamos. Disfrutemos de ellas.


La vida es tan casual como la muerte. La salud es tan aleatoria como la enfermedad.


Mi amiga es muy guapa, es feliz, tiene amigos y amigas que le quieren. ¿por qué tiene que vivir con todo ello a partir de ahora? Es muy decepcionante pensar que no podemos hacer nada. Pero así es.


Podemos cuidarnos todo lo que queramos y más, vivir la vida más sana que podamos llegar a concebir y tener una plenitud mental que haga que nadie nos pueda derrumbar pero, si por una de aquellas llama a tu puerta el destino y te dice: - Guapo, guapa, te ha tocado. Es lo que hay.


Nadie se escapa de la enfermedad. Te toca vivir lo que te echen, durante el tiempo que sea y como sea.

Mientras lo vivas y puedas sonreír, siéntete afortunado.


Todos vamos a sufrir aunque no queramos. La vida es mucho más complicada a medida que la vives.


Los problemas se intensifican a medida que a tu alrededor todo envejece.


Porque ojala todos envejezcamos. Eso querrá decir que hemos tenido la oportunidad de vivir.
Muchos otros nunca se verán arrugas, ni verán a sus nietos, incluso a sus hijos crecer y sólo quedará de ellos lo que cada una de las personas que les quisieron guarden en su interior.

 

Papá, queda mucho de ti en mí.


Gracias.

 




jueves, 6 de junio de 2013

Mundo de locos


No eres el primero que me deja tirada.

Tampoco creo que seas el último que lo haga.

Es triste pensar que va a volver a suceder, pero los hechos te enseñan que las personas somos egoístas y egocéntricas, que solo actuamos por nuestro beneficio y que podemos pisotear a cuantos se nos pongan en el camino para conseguir nuestros objetivos.

Espero que aún haya gente en este mundo de locos que no lo haga.

Espero que al menos unos cuantos vivan a mi alrededor.




miércoles, 29 de mayo de 2013

Azotes


  • Pégame.
  • ¿Qué?
  • ¡Que me pegues en el culo!
  • ¡Joder pégame!
  • Plas...
  • jajaja
  • ¿Qué pasa?
  • ¿Eso es una palmada en el culo?
  • ¿Cómo voy a pegarte?
  • ¡Pues pegándome!
  • Te voy a hacer daño...
  • Cuando estás cachonda el dolor es relativo.
  • Yo paso.
  • ¿Por qué? A todos los tíos les gusta dar azotes en el culo.
  • ¿ A qué tíos conoces tú?
  • Bueno, a todos no lo sé, pero lo supongo.
  • Supones demasiado.
  • Puede ser, pero a ti no te cuesta nada y a mi me excita mucho.
  • Sí que me cuesta, no quiero pegarte.
  • Pero si no es pegarme, es darme placer.
  • ¿Cómo va a darte placer un azote en el culo? Lo que va a pasar es que se te va a quedar más rojo que un tomate.
  • Bah, eso se va en un rato.
  • Mira que eres retorcida...
  • Bueno, no nos pongamos a hablar porque si empiezo a enumerar tus “pequeñas manías” en la cama no terminaríamos nunca.
  • ¡Yo no tengo manías!
  • ¿Ah no? !Pues bien que me haces lavar las manos antes de hacerte una paja! Pregunta a ver a qué tío le importa si su novia se ha enjuagado o no.
  • Soy un tío limpio.
  • Eres un poco idiota.
  • ¿Ya empiezas?
  • Has empezado tu, yo solo quería que me pegaras una palmada en el culo, correrme a gusto e irme a dormir tranquila. Pero ya ves, ninguna de las tres cosas me ha concedido el genio. Tiempo de crisis.
  • Que agria eres.
  • Y tú que poco empático.
  • Yo no quiero pegarte.
  • Ais, vale pues, ya se me han pasado las ganas, la verdad, mejor lo dejamos para otro día que ya me he hecho a la idea de que hoy me duermo sin orgasmo.
  • ¿Y yo?
  • ¿¿Tu?? Si ya sabía yo que el egoísmo ni viviendo juntos se te iba a quitar...
  • ¡No soy egoísta! Quiero hacer el amor como las parejas normales, como en las películas.
  • ¡En las películas no follan! Acaso te crees que las chicas se corren solo con cuatro mete-saca?
  • Eres demasiado complicada, con una más modosita me hubiera ido mejor.
  • Eso no te lo crees ni tu. Y lo sabes.
  • Bueno ya, se te da muy bien, es verdad, pero me pides unas cosas....
  • He dicho que vamos a dejar lo de los azotes, ya lo retomaremos....
  • Insaciable... buenas noches.
  • Buenas noches cariño.
  • Te quiero.
 


viernes, 24 de mayo de 2013

27

Hoy cumplo 27.

Mientras Los planetas estarán tocando su cumpleaños total de hace 15 años yo lo celebraré.

Mientras entonaban su segundo premio yo empezaba el instituto y sobrevivía como podía al estrés de llevar conjuntamente la formación escolar y musical.

Los años de instituto no son fáciles. Los del colegio tampoco. Ahora lo vivo muy de cerca pero de manera externa. Ser maestra te devuelve a tus días de colegio, a los conflictos eternos entre compañeros de clase y a la preocupación desmesurada por conseguir unas notas que, a día de hoy, te das cuenta que no eran tan importantes.

El tiempo todo lo relativiza. Le quita peso.

Hubo momentos duros. Mientras iba al colegio mi padre era maestro en el colegio. Cuando pasé al instituto mi padre pasó a ser director del instituto y quieras que no, ser la hija del maestro, del profesor y del director de tu centro marca. Y mucho.

A mi padre le llamaban el sapo. Lo odiaba, lo reconozco. Desde pequeña lo admiraba y no entendía como a una persona tan buena como mi padre le podían tener manía y decirle cosas así.

Yo era la sapita. Durante muchos años tenía vergüenza de encontrarme con los mayores, de que me dijeran cosas, que me repitieran una y otra vez que era una enchufada y que se metieran conmigo.

Pese a todo, tengo muchos recuerdos buenos de la época escolar y guardo algunas amistades que, aunque no sean intensas, sé que siempre estarán ahí.

Me encantaba leer, devoraba libros. Aún guardo una libreta en la que apuntaba todos los títulos de los libros que iba leyendo por años y les ponía nota.

Muchos de esos libros siguen en las bibliotecas de los centros. Me ha venido genial. He creado un concurso literario en clase en el que, desde que lo llevamos a cabo los niños leen una media de dos libros por semana con la dificultad de saber que, la maestra se los ha leído todos y., o se los leen bien y se fijan en los detalles o enseguida les pillo y tienen que volver a releer.

Llevo gafas por leer. No me dejaban hacerlo hasta muy tarde así que, cogía una linterna y me ponía a leer debajo de las sábanas. Nunca lo hagáis. En medio año gafas.

Le dedicaba muchas horas a la música, y cree un mundo paralelo al escolar. El musical. En el que la gente se parecía mucho más a mi, mi padre no estaba presente en el centro (aunque al pobre le tocaba esperarse horas y horas a que terminara las clases) y me absorbía todas las horas que tenía de descanso y no estaba leyendo.

Con 27 años ya se tiene perspectiva de la infancia. Muchos líderes han pasado a ser insignificantes, gente que no destacaba ha sabido llevar las riendas de su vida y ahora triunfa y muchas de las cosas que pensé en su día que no podría vivir sin ellas o que me iban a arruinar o a cambiar la vida fueron simple anécdotas del pasado que me han hecho convertirme en alguien más fuerte, más realista, más madura y más empática.

Ahora con 27 veo todos los estereotipos en todas las clases de niños de todos los colegios que he estado.

Ahora con 27 espero que años después, con 54, pueda ver las tonterías que me pasan ahora relativizadas, insignificantes y constructivas.

Qué sabia es la experiencia.







martes, 14 de mayo de 2013

730 días sin Pedro San Martín


Hola amor, ¿Cómo te va? Espero que estés disfrutando de no tener que ir a trabajar, de la ausencia de madrugones y la despreocupación de la crisis.


A mí no me dieron la comisión y este año he vuelto a mi plaza en un colegio de Burriana. Estoy muy contenta de ser tutora de tercero de primaria. He congeniado muy bien con las compañeras (pocos chicos hay) aunque, he tenido mala suerte, con esto de los recortes me han suprimido la plaza y me tocará volver a cambiar.

Ya te contaré el año que viene.


Me he independizado. Nuevo cole, nueva casa y nuevo pueblo. Te recuerdo contando las ventajas y desventajas de vivir solo. Todo verdad. Más responsabilidades,más gasto, más libertad y ¡más cenas!

Te encantaría mi estantería con tus cds, libros, vinilos... mezclados con los míos y los de mi padre.

Pero sobretodo, alucinarías con el vestidor que me he montado y la kingsize que me aguanta por las noches.


Me operaron. Me quitaron la vesícula. Mi osteópata dice que es la consecuencia de somatizar el dolor de vuestra ausencia.

Los médicos no se explican cómo podía tener el órgano tan hecho polvo.

Ahora ya no está. Como tú.


Si la vida puede cambiar en un segundo y pasar a ser muerte, imagínate durante estos 365 días que no te he escrito.


Mi madre está mejor, poco a poco se asimilan las cosas y, aunque nunca se olvidan, se aprende a convivir con ello y a afrontar el tiempo que queda de la manera más feliz, enriquecedora y productiva posible.

Espero que quedes con mi padre ahí arriba. Él te apreciaba mucho. Cuando nos toque subir a nosotros nos montaremos una buena fiesta.


He conocido a alguien. Bueno, realmente, ya le conocía. Desde los 8 años cuando empezamos el conservatorio de violín nuestras vida han ido bastante paralelas.


Ahora se han desviado y se han convertido en secantes y se han unido en un punto, un punto que, como bien dice tu gran admirado Houellebecq, aunque sea del mismo territorio, el mapa siempre será cambiante.


Es un encanto. Músico, mago y maestro. Tres bonitas emes que se resumen en la palabra “artista”. Amante del vino y la cocina, deportista y con oído absoluto. La verdad es que tenéis muchas más cosas y gustos en común de las que yo pensaba cuando empecé a seguirte los pasos y a descubrirle la comida japonesa, la musica indie, las tarjetas de puntos los chollos... el saber general que tu me enseñaste a mí.

Porque tu me enseñaste tanto...


Sigo visitando a tus padres, están mayores, pero se alegran mucho al verme. Me encanta la foto que tienen nuestra en el salón. Siempre sonriendo.


Donosti sigue igual de bonita.


Borja sigue en China, aún no he podido ir a visitarle.

Toda la cuadrilla está espléndida. ¡Hay un montón de nuevas personitas! Te hubiese encantado este ir y venir de cochecitos entre copas, txuletones y pintxos. Porque eso sí. Seguimos pegándonos los mismo homenajes de siempre que tú bien conoces.


Y por lo demás todo bien, sigo viajando, yendo a conciertos, festivales, cenas, excursiones, sigo conociendo a gente interesante, extraordinaria, y al mismo tiempo veo que al menos yo, estoy siguiendo el camino que empezamos juntos.

Los 26 han sido buenos, costó remontar al principio pero ya sabes que yo lo que me propongo lo consigo y que a optimismo y fuerza de voluntad no me gana nadie.


A ver que nos deparan los 27, ya te contaré, porque hay tantas cosas que le pasan a Rosa Martí que seguro que seguirá habiendo blog para rato.

 

Siempre te querré Pedrito.
 
 
 








martes, 7 de mayo de 2013

Finales


Cogí la chaqueta del colgador. No me fijé mucho en si era la mía. Tampoco me importaba. Ya tenía cinco años y la ropa, como todo en esta vida, tiene fecha de caducidad.


Hacía frío en la calle. Aquí llueve poco, pero cuando lo hace, la vida se paraliza de puertas hacía fuera y se incrementa la tasa de natalidad.
 
No me gusta llevar gafas cuando llueve, se empañan, se mojan y nunca encuentras un pañuelo a mano para secarlas.
 
Entré a casa. Había pensado unirme a los del incremento. No hay mejor momento para hacer el amor que un día lluvioso, gris, frío y tú en tu casa, con calor, mantita, velitas y unas copas de vino.


Me extrañó que estuviera la luz apagada, puede que de la tormenta hubiera saltado el automático pero así y todo él no podía estar a oscuras.
 
Vivo en una casa grande. Hay que recorrer un largo pasillo para llegar al salón. Dí la luz. Se encendió. ¿Qué mosca le había picado a este?
 
  • ¿Cariño? ¿Hola?
  •  
Nadie respondió. El salón estaba vacío.


No me explicaba a qué estaba jugando. Sé que no somos la pareja más comunicativa ni tampoco nos queremos con locura como dos adolescentes descontrolados pero, llegas a una edad en la que la estabilidad y la rutina lo impregna todo y follar en los días de lluvia es lo único que te queda.
 
  • ¿Dónde coño estas?
  •  
La verdad es que nunca le había echado en falta, más bien al contrario. Prefería que se fuera con sus amigos a jugar al ajedrez “deporte” que le encantaba y al que yo nunca podré encontrarle la gracia, y que me dejara el sábado tranquila en casa leyendo, viendo una película o simplemente arreglándome las uñas.
 
Pero estaba preocupada. Llovía a cántaros, hacía frío, era nuestro día sagrado de placer y no daba señales de vida.


Sabía cuidarse solito, eso lo tenía claro. Pero a veces se le iba la pinza. No solía hacer cosas extrañas pero las discusiones le desconcertaban y, después de la que habíamos tenido hacía unas horas, hasta yo había estado a punto de equivocarme de chaqueta en aquel bar.


No solemos levantarnos la voz. Ya os digo que la monotonía y la estabilidad serían los mejores adjetivos para definir nuestras vidas pero, cuando lo hacemos, es mejor que las distancias y nuestras aficiones individuales tomen parte en conseguir de nuevo la quietud.


Son las tres de la madrugada. Tengo mucho sueño. No coge el móvil. No responde a mis whatsapp. No se conecta desde esta mañana.
 
Me tomo un té muy cargado. Sabe a rayos. Siempre se me olvida echarle azúcar.
 
Las cuatro. Me voy a dormir. Ya vendrá. Más no puedo hacer. Estoy harta de sus rutinas y sus reuniones de trabajo.
 
Me despierto. Por la ventana medio cerrada entran los rayos del sol. Debo haber dormido más de la cuenta. Menos mal que trabajo en casa.
 
No está. Sigue sin aparecer.


¿Debería llamar a la policía? ¿espero un rato más? ¿llamo a su madre? Esto último no. Es muy pesada. Yo creo que no me traga porque está enamorada de su hijo y él se casó conmigo.


No tengo ni idea de qué hacer.
 
Se me ocurre bajar al sótano. Él suele guardar sus coleccionables (otra afición rara de las suyas) en un pequeño estudio que montó cuando nos venimos a vivir a esta casa. Su espacio decía. Igual me ha dejado algo escrito.
 
No hizo falta ni encender la luz. El claroscuro que formaba la luz de las rendijas de las ventanas me hicieron ver la horrible escena de mi marido tumbado desnudo encima de una mulata. Inertes.


Me entró una arcada mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.


Subí corriendo y llamé a la policía.


                                                                            …
 
 

Ni la ropa, ni las relaciones, ni la vida son para siempre. Todo tiene un fin. Elegido o imprevisto.

Podemos ser amantes del ajedrez, follar como descosidos o pasarnos horas delante del ordenador. Llegará un día en el que todo dejará de existir para nosotros. Nada de lo que has hecho, pensado o amado se irá contigo.

Simplemente tener eso en cuenta para cuando nos fallen, nos hagan daño, nos decepcionen o desaparezcan las personas que nos importan.



Nosotros también vamos a desaparecer. Disfrutemos.


 


martes, 23 de abril de 2013

Sant Jordi


Cuenta la leyenda que un apuesto joven salvó a una bella princesa de ser devorada por un dragón que tenía aterrorizada a toda la población.


No existen dragones que derraman sangre convertida en rosas rojas al ser vencidos.


Lo que de verdad existe es gente enamorada que se preocupa por darte lo mejor de si misma.


Parejas que vencen distancias, problemas, preocupaciones y prejuicios.


Porque el amor lo puede todo. Acortar kilómetros, parar el tiempo, cegar, eclipsar, hacer que cualquier tontería suene y sea perfecta y hacernos surgir del más hondo de los pozos sin darnos cuenta.




Hoy es un día especial para tres personas. Dos cumpleaños y un santo.


Os quiero.


Por todo lo que me ofrecéis, me aportáis, me queréis y me hacéis ser.


Porque cada uno de vosotros a vuestra manera, me hacéis sentir afortunada, feliz, completa y arropada pese a todo lo que nos ha pasado.


Cuando estamos juntos cualquier plan es perfecto.


Pese a que a que los cumpleaños y los santos nunca serán lo mismo, no sería quién soy hoy si no os hubiera conocido.


Y aunque la leyenda fuera verdad y en un futuro los dragones me encontraran, no tengo miedo, siempre habrá un príncipe mago , una katana cantante y unas buenas zapatillas Adidas para salvarme.












martes, 16 de abril de 2013

Números perdidos


Ayer me llamaron por teléfono.

No tengo identificador de llamadas en el fijo así que normalmente lo cojo.
Se oyó la voz de una mujer mayor.
  • ¿Vicentica?
  • Aquí no vive ninguna Vicentica, se ha equivocado señora.
  • ¿Cómo? ¡Ah! Perdona...
Al momento vuelve a sonar.
  • ¿Vicentica?
  • Se ha vuelto a equivocar.
  • ¡Pero si estoy llamando a mi hija! Su número es este.
  • No sé señora, pero este número es el mio y no soy su hija.
  • ¿Y tu quién eres?
  • Yo Rosa.
  • ¿Rosa que más, de quién eres? ¿Vives en la playa de Moncofa?
  • Vivo en el pueblo pero desde hace poco.
  • ¡Ah! eres forastera... no tienes nombre de rumana...
  • Soy de Almenara, mi padre era de aquí.
  • Ahhh ¿quién era tu padre?
  • Señora tengo un poco de prisa...
  • ¡Ah! ya sé lo que ha pasado. He llamado al número antiguo de mi hija que ahora se ha divorciado y se ha ido a vivir con un “amigo” ya sabes... tu me entiendes... como lo decís ahora la juventud. Y le han cambiado el número.
  • Pues debe ser eso.
  • Te han dado el número de mi Vicentica. Ais hija, ¿te das cuenta? No tardan nada en dar los números estos de telefónica...
  • Ahora se llama Movistar...
  • A mi me preocupa. ¿Cuando yo muera a quién le darán mi número? Seguro que a algún forastero... Con las veces que yo he dado este número, las veces que lo he escrito, que lo he dicho... Antes de enterrarme ya será de otro.
  • Señora tengo que colgar...
  • Aiss perdona hija, es que los jóvenes no lo entendéis, con esto del móvil se ha perdido el valor de la identidad del número fijo, la guía de teléfonos y la magia de las conversaciones por el auricular. Todos vais acelerados.
  • Siento que me hayan dado el número de su hija pero tengo prisa.
  • ¿Ves?, ni cinco minutos para escucharme. Una lástima. Ahora que lo tengo gratis por tener el ordenador de mi nieta en casa, no se con quién hablar.
  • Seguro que tiene amigas... Un placer hablar con usted.
  • Cuidate hija.     
pipipi...pipipi...pipipi...

martes, 12 de marzo de 2013

Magia


Y después de tres años el cabrón me dice que necesita tiempo. ¿Se puede saber qué clase de tiempo necesita?

...................................................

  • Escoge una carta.
  • ¿La que quiera?
  • Sí, escoge la que más rabia te dé.
  • Esta.
  • Bien, mírala. No te olvides de ella.
  • Vale.

Barajó. Y de repente hizo una mueca con la boca… poco a poco se fue sacando una carta dobladita de entre los labios…

  • Ábrela.
  • ¡Está toda babosa!
  • ¡Anda tonta! ¡Ábrela!



Te quiero. Ponía.

.....................................................

Y tres años después de ese te quiero me dice que necesita tiempo.

Pero yo sé por qué es… lo sé muy bien…

Porque soy demasiado buena, porque le he malcriado, he soñado un futuro con él y he pensado que era el hombre de mi vida.

Porque lo sigo pensando.

Y sé que él se ha ido con una pelandrusca que le dijo que quería follárselo en los baños de una discoteca, que le trata como a una basura, que no quiere ni en pintura una relación seria y que le ha dicho a la cara que nunca será el hombre de su vida.

Pero ellos prefieren a las malas.

Ha olvidado que en una relación hace falta la magia y que la magia es efímera, como la vida…

Puede que su truco nunca se vuelva a repetir…

Y puede que cuando se de cuenta sea demasiado tarde para los dos.
 
 
 
 

miércoles, 6 de marzo de 2013

El cuento del contador de cuentos


Una noche de enero, me vino a la cabeza el single que había sacado hacía un tiempo uno de mis cantautores preferidos y todo lo que me transmitió en su momento. Así, que decidí escribirle un escueto: “Gracias por tu música” en su página de Facebook.

Esperando la contestación, me sorprendí al ver que me respondió un chico que decía haber leído todas las entradas de mi blog.

Me hizo gracia el comentario y le contesté. Empezamos a mandarnos mensajes por el chat.

A los pocos días parecía que nos conociéramos de años.

Era un chico de mi misma edad, que vivía en Madrid pero era del norte,estudiante y fanático de Leonard Cohen, Bob Dylan, Nacho vegas…

Me hizo descubrir la maravilla que era “Alleluya”, “Suzanne”, “Like a rolling stone”, “Brujita”, “Añada de Ana la friolera”… y un montón de grupos y canciones del estilo.

Me encantaba pasar largas horas hablando con él por whatsapp y por teléfono.

Era un chico muy metódico, que estudiaba largas horas al día y sólo se auto dejaba hablar a la hora de comer y cenar.

Poco a poco, pese a todo y sin habernos visto en persona, nos encaprichamos.

Me contaba cuentos todas las noches por teléfono, gracias a él, conocí uno de los relatos que aún hoy, más me gustan, “La chica más guapa de la ciudad” de Charles Bukowski.


Quería venir a conocerme pero, por aquel entonces, no tenía sitio para alojarle y decidí ir a Madrid a la residencia de estudiantes donde vivía. Nunca he tenido mucho problema en escaparme a la ciudad.

Estuvimos juntos 3 días. Me llevó a sitios preciosos, a ver atardecer, a una caverna subterránea donde todas las paredes estaban escritas con poemas y los camareros con pajarita roja servían mientras un pianista con esmoquin tocaba piezas de jazz, a un recital de poesía...

Nos besamos por la calle, nos metimos mano en el metro, hicimos el amor como dos amantes que saben que nunca más se volverán a ver.

Y así fue.

Lo encontré frío el último día.

Se despidió con un simple beso en la frente y un: “Nos vemos pronto”.

Ante la situación desconcertante subí al bus y volví a casa.

Ya no le he vuelto a ver. Me dijo que me quería, que nunca nadie había hecho todo lo que yo había hecho por él y nadie le había dado tanto como yo durante esos tres días que estuvimos juntos.

Pero él era un tipo raro, un chico que amaba más sus estudios que las relaciones, al que le gustaba atormentarse para ser feliz y que quería sentirse desgraciado para poder escuchar las canciones de amor y desamor y sentirse identificado con ellas.

En cambio yo era una chica muy corriente, sonriente, con ganas de vivir, de amar, de sentir, de disfrutar, con ganas de ser simplemente feliz.

Así que no hizo falta un adiós. Simplemente bastó aquel beso en la frente y aquel “nos vemos pronto” para darnos cuenta de que el contador de cuentos nunca más volvería a marcar mi teléfono.



Pd: En la realidad me costó un poco asumir que una persona pudiera auto destruirse tanto para sentirse bien consigo mismo y me costó dejar de pensar en aquel contador de cuentos raro que en verdad solo había compartido conmigo cama 3 veces pero que a mí (encandilada por las relaciones complicadas y raras) me había hecho descubrir que la chica más guapa de la ciudad se había cortado el cuello para suicidarse.
 
 
 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Puede ser


  • Puede ser.
  • ¿Solo sabes responder con frases condicionales?
  • No, bueno, también me gusta utilizar monosílabos.
  • Ya lo he notado.
  •  
  • ¿Si?
  • ¿Ves? Otro.
  • ¿Pero a ti qué te pasa? Si fueras chica pensaría que te ha bajado la regla.
  • Hablando de reglas… tu no tienes que preocuparte, seguro que te baja este mes.
  • ¿Eh?
  • ¡Que me tienes a dos velas! ¡Que hace un mes y medio que no follamos! ¡Que estoy que me subo por las paredes!
  • Exagerado… ¿tanto hace?
  • Pues sí, después no te quejes de que no aguanto... con las ganas que tengo, con solo tocarte me corro.
  •  
  • De eso nada. ¡Tu te esperas a que yo me corra que luego te me duermes y la que me quedo a dos velas soy yo!
  •  
  • Si al final tendré yo la culpa de todo...
  •  
  • Pues claro. Como siempre.
  •  
  • Lo que hay que aguantar...
  •  
  • Si no quieres estar conmigo ya lo sabes... ¡ahí tienes la puerta!
  •  
  • Siempre terminamos igual.
  •  
  • Porque me pones de los nervios.
  •  
  • Pues ya podría ponerte cachonda...
  •  
  • Ya estamos otra vez...¿Sólo sabes hablar de sexo? Nuestra relación va mucho más allá de eso.
  •  
  • Si tu lo dices...
  •  
  • Venga bajate los pantalones.
  •  
  • ¡Que rápido ha sido esta vez!
  •  
  • ¿Qué?
  •  
  • Normalmente me cuesta más de una discusión hacerte entrar en razón.
  •  
  • Bueno puede que a mi también me apetezca follar contigo.
  •  
  • Puede ser.
  •  
  • Pues ale ¡calla y bájate los pantalones!
  •  
 
 
 

lunes, 11 de febrero de 2013

Chicas buenas, chicas malas

Las chicas malas van a todas partes. Las buenas solo al cielo, si es que van.

No digo con esto que sea correcto hacer maldades pero la bondad y la maldad pueden verse desde muchos puntos de vista.

Hay maldades que gustan y bondades que repelen.

El mando frente a la sumisión.

La ninfomanía frente a la abstinencia.

Los azotes frente a los besos.

La seducción frente a la indiferencia.

El placer frente al sufrimiento.
 
La pasión.
 
El deseo.

El anhelo.

El orgasmo.

El desenfreno.

El control.
 
 
 

lunes, 28 de enero de 2013

Miedos


Quiero que me digas lo que sientes. Que no te calles nada.

Es muy difícil adivinar tus sentimientos y, en consecuencia, actuar.

No te creas que para mí es fácil, pero me he dado cuenta que no sirve de nada tener miedo.

Te paralizas, te bloqueas y el tiempo pasa delante de tus narices.

Hay trenes que solo pasarán una vez. O los tomas o renuncias a ese viaje para siempre.

A todos nos puede salir mal.
Puede durar un día o un siglo.

Quizás te arrepientas de tu decisión pero, al menos, lo intentaste.

Lamentarse de lo hecho es una forma de aprender.
Lamentarse de lo no vivido es una forma de perder.
 
Con todo esto no digo que seamos impulsivos ante cualquier situación.

Seamos fieles a nuestros principios, nos educaron bien.
Haz uso de tus valores y confía en ti mismo.
Creelo.


En el fondo, tanto jaleo puede que simplemente termine en un quiero que me besen, que me abracen, que me hagan un poco más pequeña la cama, que me toquen el pelo, que disfruten de mi cuerpo, que me hagan perder el sentido y que me digan te quiero.

 

Complicado ¿o no?
 
 
 
 
 

lunes, 21 de enero de 2013

Doble cara

 


Entras. Y te quedas.

Sales. Y desapareces.

Toda una eternidad o solo unas vacaciones.


Saludas. Y sonríes.

Te despides. Y lloras.

Toda una declaración o solo un engaño.

Trabajas. Y estudias.

Descansas. Y ejercitas.

Todo un mecanismo o solo una vía de escape.

Me oyes. Y me escuchas.

Me olvidas. Y te borro.

Todo una mentira o una falsa realidad.
 
 

miércoles, 9 de enero de 2013

Edad media


Parece mentira como cambian las cosas, como todo aquello que pensamos que duraría toda una eternidad se esfumaba en un instante.

Parece mentira que aquello por lo que nunca apostamos se hiciera realidad e impregnara nuestras vidas.

 

Porque el futuro es incierto.

Porque nosotros somos imprevisibles.

 

Parece mentira que ayer le dijeras que le querías.

Parece mentira que hoy me digas que me quieres.



Nunca más confiaré en ti.

Nunca más te haré caso.

Nunca más.



En cambio te confesaré mis más profundos secretos,

Obedeceré siempre tus órdenes,

Por siempre jamás.



Porque siempre te he querido,

Porque siempre la has querido.



Porque amamos.

Porque sentimos.

Porque disfrutamos.

 

Porque somos como somos.

Y así seguimos.
 
 


miércoles, 2 de enero de 2013