lunes, 20 de febrero de 2012

Punto Rojo

Me pasé toda la mañana haciendo ejercicios de psicomotricidad frente al espejo. Me dolía la cabeza y no tenía la más remota idea de lo que había hecho hacía unas horas.
Me había despertado con una resaca de caballo, de las que no se quitan ni con un hamburguesa bien grande, y sólo sabía maldecirme por haber caído otra vez en la tentación de los excesos.
Punto rojo, punto rojo...
Y es que no se puede ser maestra... te salen los castigos de clase en momentos como este.
Me acerqué al frigorífico y me cogí un helado. Estaba totalmente congelado. Lo calenté un poco al baño maría y me lo comí como si se fuera a terminar el mundo.
Muy bien. Punto verde.
Cogí el libro que me habían regalado la noche anterior. Nunca había salido tan bien parada al tener un amigo al que le regalaron la misma novela dos personas distintas... Sabía que Murakami no me iba a defraudar.
“After dark” 1º capítulo, relojito dibujado en la parte superior derecha de la página. 23:55p.m . Historias nocturnas. Lo que le faltaba.
Punto Rojo.
Aunque me costaba pensarlo, sería conveniente que Haruki esperara a que mi mente se diera cuenta de que la vida nocturna debe consumirse en su justa medida.
Punto verde que debería ser recibido un sábado por la noche.
Harta de todo me eché una siesta. Aunque resulte extraño soñé con mis alumnos.
Me despertó el sonido del móvil. Mierda. Siempre llamando en los peores momentos.
punto rojo, punto rojo... Punto rojo. Al rincón de pensar. Ya podía solucionarse todo así en la vida.
Y volví a intentar coger el sueño.


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