viernes, 17 de febrero de 2012

Camino de vuelta

Me dejé olvidada la bufanda en el viaje de vuelta.
No es que me importara mucho no seguir teniendo mi vieja bufanda roja, pero el hecho de olvidarla en aquel autobús enorme me hizo sentirme totalmente desubicada.

Ocho horas de viaje.
El chico del jersey a rayas de mi lado es guapísimo. Le miro su Ipod. Arcade Fire. Buen gusto.
No siempre se tiene la suerte de estar a 10cm. de un compañero de viaje así. Lo sé por experiencia.
El está mirando una película. Alatriste. Buff. Casi que voy a continuar escribiendo. Nunca me han gustado las películas históricas.
El matrimonio de avanzada edad de mi lado ( hay que matizar que me tocó la plaza 53 que es la última fila donde siempre se quiere viajar en todas las excursiones escolares) se está comiendo un bocadillo enorme de atún. Debería estar prohibido el atún en los autobuses. Encima les tuvimos que esperar diez minutos más de la cuenta en una parada de necesidades básicas.
El chico de las rayas ha dejado de mirar la película. Seguro que tampoco le hacía mucha gracia. Ha vuelto a enchufar su Ipod. El volumen de su reproductor permite adivinar sin mucha dificultad que música está escuchando.
Yo también escucho música. Si no fuera tan vergonzosa en situaciones así, podrían entablar una animada y divertida conversación musical sobre lo mejor del 2012 según la Rockdelux, comprada para hacer el viaje un poco más corto.
Pero nada.
La pareja joven de delante no deja de comer porquerías y de abrir refrescos con gas. Es insoportable el ruido crujiente de los snacks deshaciéndose en sus bocas sin descanso.
Entrada a Valencia. Me duele el culo. Ya no sé como poner ni los pies, ni las piernas ni que hacer. Se ha puesto a llover.
 
Sólo tengo ganas de salir. Aún tengo que coger el metro y el tren para llegar a casa. La maleta está medio rota y no encuentro el paraguas entre tanto trasto.
Cojo Taxi. El tren está a punto de salir. No hay sitio para sentarse.
Llego  a mi pueblo con media hora de retraso. Mi madre y mi hermana pequeña me esperan en el andén.

Tengo frío en la garganta. Es verdad, había perdido mi bufanda roja.







No hay comentarios:

Publicar un comentario